La Pasión brasileña de Asli Erdogan en La Ciudad de la Pelerina Roja
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Resumen
El mundo que ha elevado los lemas publicitarios a la categoría de mantras y axiomas ha terminado por convertir la diversión y el entretenimiento en expresión litúrgica del culto al Supremo Bienestar, y la vida es un acto impulsivo de afirmación en lo lúdico por mucho y por muy amenazadoramente que arrecie el temporal fuera de los límites de los altos muros de piedra que de momento nos separan de la humanidad sufriente. En ese mundo adormecido en el tráfago de lo material, un viaje a Brasil (o un destino turístico análogo) es un viaje al Paraíso, pero no un Paraíso en el que humanos, animales, naturaleza y ángeles vivan en beatífica contemplación de Dios, sino en una especie de Jardín de las Delicias materiales, con playas naturales y bellos nativos, pura encarnación de la sensualidad, al son de la músicas étnicas, melodías embriagadoras, danzas hechizantes, bailes carnavalescos (dónde mejor que un carnaval para suspender el principium individuationis y diluir la conciencia individual en un super-organismo orgiástico de bacantes).
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